¿Debería huir de casa?

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¿Estoy preparado para irme de casa?

EL DESEO de independizarte puede llegar mucho antes de que estés preparado para irte de casa. Eso es normal. Al fin y al cabo, el propósito original de Dios era que, cuando los jóvenes crecieran, dejaran a su padre y a su madre y formaran su propia familia. Pero ¿significa ese deseo de más libertad que ya es hora de marcharte? Posiblemente. ¿Cómo puedes saber si de veras estás listo para dar ese paso? Hay tres preguntas importantes que debes contestar. Veamos la primera.

¿Por qué quiero irme?

La siguiente lista te ayudará a analizar los motivos por los que deseas irte de casa. Te proponemos que los numeres en orden de importancia.

․․․ Huir de problemas en casa

․․․ Tener más libertad

․․․ Quedar bien ante mis amigos

․․․ Ayudar a un amigo que necesita compartir vivienda

․․․ Trabajar de voluntario en otro lugar

․․․ Ganar experiencia

․․․ No ser una carga económica para mis padres

․․․ Otros motivos ․․․․․

Las razones recién expuestas no son necesariamente malas. Sin embargo, los motivos que te impulsen a irte de casa tendrán una profunda influencia en tu felicidad cuando ya no vivas con tus padres. Por ejemplo, si te vas simplemente para escapar de los problemas o para tener más libertad, puede que te lleves una sorpresa.

Daniela, que vivió un tiempo fuera de casa cuando tenía 20 años, aprendió mucho de su experiencia. Ella dice: “De un modo u otro, todos tenemos restricciones. Cuando vives sola, el horario de trabajo y la falta de dinero te limitan”. Carmen, que vivió seis meses en el extranjero, comenta: “Me gustó la experiencia, pero a menudo sentía que no tenía tiempo ni para respirar. Debía hacer las tareas domésticas, como limpiar el apartamento, arreglar cosas, quitar las malas hierbas de las plantas, lavar la ropa o limpiar el piso”.

Es cierto que mudarte tal vez te dé algo más de libertad y te haga quedar bien ante tus amigos. Pero serás tú quien tenga que pagar las facturas, cocinar, limpiar la casa y llenar las horas en que la familia y los amigos no estén a tu lado. Así que no permitas que nadie te empuje a una decisión precipitada. Aun si tienes razones válidas para marcharte de casa, hace falta algo más que buenas intenciones: debes aprender técnicas de supervivencia. Y eso nos lleva a la segunda pregunta.

¿Estoy preparado?

Irse de casa es como salir de excursión a la montaña. ¿Te aventurarías a hacerlo si no supieras instalar una tienda, encender una hoguera, preparar una comida o leer un mapa? Seguramente no. Y, sin embargo, muchos jóvenes se independizan sin tener las habilidades necesarias para cuidar de una casa.

Saber administrar el dinero “Nunca he tenido que pagar nada por mi cuenta —dice Serena, de 19 años—. Me da miedo irme de casa y tener que administrar mi propio dinero.” ¿Cómo puedes aprender a seguir un presupuesto?

Un proverbio bíblico asegura: “El sabio escucha y absorbe más instrucción”. Así que, ¿por qué no les preguntas a tus padres cuánto necesitaría al mes una persona para costearse el alquiler o la hipoteca, la comida y los gastos de automóvil o de transporte en general? Entonces pídeles que te enseñen cómo hacer un presupuesto y pagar las facturas. ¿Por qué es importante que aprendas a vivir con un presupuesto? Kevin, de 20 años, advierte: “Una vez que te independizas, surgen un montón de gastos inesperados. Si no tienes cuidado, te matarás trabajando para pagar las deudas”.

¿Quieres probarlo? Si tienes un empleo, durante algún tiempo entrega a tus padres todo el dinero que cuesta alimentarte, alojarte y cubrir otros gastos mensuales. Si no puedes o no quieres hacerlo mientras estás en casa, difícilmente estarás preparado para vivir por tu cuenta.

Realizar las tareas del hogar Para Bruno, de 17 años, lo peor de irse de casa es tener que lavarse la ropa. ¿Cómo sabrás si estás preparado para cuidar de ti mismo? Aron, de 20 años, ofrece esta sugerencia: “Trata de vivir una semana como si estuvieras por tu cuenta. Come únicamente los alimentos que tú cocines después de haberlos comprado en la tienda con tu propio dinero. Ponte ropa que tú hayas lavado y planchado. Limpia tu cuarto y todo lo que utilices en la casa. Y trata de ir a los sitios por ti mismo, sin que nadie te lleve ni te traiga”. Estas sugerencias te ayudarán de dos maneras: 1) adquirirás habilidades valiosas y 2) apreciarás más lo que hacen tus padres.

Aptitudes sociales ¿Te llevas bien con tus padres y hermanos? Si te resulta difícil, tal vez creas que estarás mejor cuando te vayas a vivir con un amigo. Puede que sí. Pero piensa en lo que cuenta Eva, de 18 años: “Dos de mis amigas decidieron compartir apartamento. Antes de eso eran amigas íntimas, pero después ya no se soportaban. Una era ordenada y la otra era un desastre. Una tenía inclinaciones espirituales y la otra no tanto. Simplemente no funcionó”.

Erica, de 18 años, desea independizarse. Aun así, reconoce: “Mientras vives en casa puedes aprender un montón sobre cómo llevarte bien con los demás, resolver problemas y hacer concesiones. He observado que quienes se marchan para no discutir con sus padres aprenden a huir de los conflictos, no a resolverlos”.

Hábitos espirituales Hay quienes se van de casa con la sola intención de huir de las obligaciones religiosas de sus padres. Otros, en cambio, se proponen sinceramente mantener un buen programa de estudio de la Biblia y de actividades espirituales, pero no tardan en perder sus buenos hábitos. ¿Cómo puedes impedir que tu fe naufrague?

No te limites a aceptar sin más las creencias de tus padres. Dios desea que todos nos convenzamos de lo que vayamos a creer. Así que establece un buen programa de estudio bíblico y adoración, y síguelo sin falta. ¿Por qué no apuntas tu horario de actividades espirituales en un calendario y compruebas si eres capaz de seguirlo durante un mes sin que tus padres tengan que recordártelo?

Por último, veamos la tercera pregunta que debes hacerte.

¿Qué quiero conseguir?

Hay jóvenes que se van de casa para librarse de los problemas o de la autoridad paterna. Solo piensan en lo que dejan, no en lo que les espera. Sin embargo, eso es tan irrazonable como conducir con la vista fija en el espejo retrovisor. Si uno se concentra en lo que deja atrás, no verá lo que tiene delante. ¿Cuál es la moraleja? Si deseas que te vaya bien, no te concentres solo en irte de casa, sino fija la vista en una meta que merezca la pena.

Escribe aquí una meta que desearías alcanzar al irte de casa. ․․․․․

En algunos casos, es posible que quien se quede en casa demasiado tiempo no adquiera la madurez y las aptitudes necesarias para vivir por cuenta propia. Aun así, no tomes una decisión apresurada. Piénsalo bien. “Los planes del diligente propenden de seguro a ventaja, pero todo el que es apresurado se encamina de seguro a la carencia.” Sigue los consejos de tus padres. Pídele ayuda a Dios. Y mientras te decides, ten presentes los principios bíblicos que acabamos de examinar.

La verdadera cuestión no es si estás preparado para irte de casa, sino si lo estás para administrar tu propia casa. Si la respuesta es sí, entonces pudiera ser el momento de hacerlo.

PARA PENSAR

● Aun si tienes problemas en casa, ¿qué ventajas hay en que te quedes durante algún tiempo?

● Mientras vives en casa, ¿qué puedes hacer que beneficie a tu familia y te prepare para administrar tu propio hogar?

LO QUE OPINAN OTROS JÓVENES

  “Cuando tus padres te encargan responsabilidades como las que tendrías si vivieras por tu cuenta, vivir en casa es una forma segura de aprender a independizarte.”

  “Es normal que uno quiera independencia. Pero si solo te vas de casa para librarte de las reglas, lo único que demuestras es que en realidad no estás listo para vivir por tu cuenta.”

A LOS PADRES

  Serena, citada en este artículo, teme irse de casa. Ella explica una de las razones: “Cuando quiero comprar algo con mi dinero, papá no me deja. Dice que para eso está él. Así que me asusta la idea de tener que pagar mis facturas”. No hay duda de que el padre de Serena tiene las mejores intenciones, pero ¿creen ustedes que está enseñando a su hija cómo cuidar de su propia casa?

  ¿Será que a sus hijos les sobra protección y, por tanto, les falta preparación para vivir por su cuenta? ¿Cómo pueden averiguarlo? Analicen los cuatro aspectos básicos mencionados en el artículo, pero desde su perspectiva como padres.

  Administración del dinero. ¿Saben sus hijos mayores llenar un formulario de impuestos o los documentos necesarios para cumplir con las leyes tributarias locales? ¿Utilizan responsablemente las tarjetas de crédito? ¿Pueden hacer un presupuesto que se ajuste a sus ingresos y luego atenerse a él? ¿Han sentido la satisfacción de comprar algo con dinero que ellos mismos hayan ganado? ¿Han experimentado la satisfacción aún mayor que produce invertir parte de su tiempo y recursos en ayudar al prójimo?

  Tareas del hogar. ¿Saben cocinar sus hijas y sus hijos? ¿Les han enseñado a lavarse y plancharse la ropa? Si conducen un automóvil, ¿pueden realizar sin correr riesgos labores básicas de mantenimiento, como cambiar un fusible, el aceite o un neumático pinchado?

  Aptitudes sociales. Cuando sus hijos mayores discuten, ¿hacen ustedes siempre de árbitros y les imponen la solución al problema? ¿O les han enseñado a negociar un acuerdo pacífico y entonces presentárselo a ustedes?

  Hábitos espirituales. ¿Les dicen a sus hijos lo que tienen que creer, o los persuaden? En vez de responder siempre a sus preguntas de tipo religioso o moral, ¿les enseñan a desarrollar la “capacidad de pensar” y a aguzar “sus facultades perceptivas […] para distinguir tanto lo correcto como lo incorrecto”? ¿Quieren que sigan el ejemplo de ustedes en cuanto al estudio personal de la Biblia, o preferirían que ellos tuvieran mejores hábitos que los que ven en casa?

  Sin duda, preparar a los hijos en todos estos aspectos exige mucho tiempo y esfuerzo. Pero todo merecerá la pena cuando llegue el día, triste y alegre a la vez, en que les den un abrazo de despedida.

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